sábado, 13 de marzo de 2010

curiosidad


Vueltas y más vueltas, la cama se ha convertido en un cerco que me asfixia y del que deseo liberarme .Me volteo hacia un lado. Abro despacio los ojos buscando el único punto de luz que parpadea en la mesita de noche, el reloj digital, y poder ubicarme en el espacio que ocupo. Logro localizarlo a mi derecha. Son las cuatro y media, debería volver a intentarlo, volver a recostarme de lado y esperar a que el sueño me venza de nuevo. Pero miro hacia la puerta, ésta permanece cerrada y algo me dice que debo salir de la habitación. Seguro que es otra de mis paranoias, otra de mis fantasías en las que me obligo a hacer algo sin sentido sólo por creer que de no hacerlo una oscura fuerza, poder, ser, va a descargar sobre mi toda su negatividad...

Intento distraer mi mente, alejar esos pensamientos extraños en vano. Mis ojos continúan clavados en la puerta y en mi cabeza la premura de que ese algo oscuro se abalanzará sobre mí si no hago caso de mi instinto, que es justamente abrirla...Me incorporo despacio y tomo aire. El pasillo es demasiado largo y oscuro para atravesarlo en estado de semi- inconsciencia. Apoyo los pies firmemente sobre las desgastadas baldosas, y el frío que me devuelve el contacto, atraviesas mis plantas como un cuchillo afilado, y una sensación de hormigueo recorre mis piernas y asciende a lo largo de la columna hasta mi nuca, haciéndome tomar conciencia de cada uno de los músculos que encuentra a su paso y que se esfuerzan en obedecer las órdenes, que mi cerebro, envía a través de impulsos nerviosos. Los pequeños receptores subcutáneos se activan, provocando una reacción en mi vello corporal, que se eriza debido al cambio de temperatura.En tres zancadas me planto delante de la puerta. Acciono el pomo, y ésta se abre emitiendo un amago de gemido que me sobresalta al romper el silencio casi eterno que reina en la habitación.A medida que la puerta se va abriendo, un ambiente húmedo y olor a tierra mojada, estimula mi glándula pituitaria…Una fría brisa me golpea en la cara, mis pezones endurecen ante el estímulo del frío, bajo una camiseta finísima de tirantes. Creo que está lloviendo y anoche debí dejarme la puerta de la terraza abierta… que se encuentra en el otro extremo de la vivienda…De puntillas, me apresuro a atravesar el pasillo. A medida que avanzo mis ojos empiezan a acostumbrarse a vislumbrar con tan poca luz… Observo la puerta de la terraza abierta de par en par y la cortina azotando en el aire. Voy directamente a cerrarla y volver a la cama rápidamente para no perder mi calor corporal, pero algo me lo impide. De repente, siento un hormigueo justo en el centro de mi cuerpo y un peso sobre mi, no algo material, es como el peso de una mirada que se centra en cada uno de mis movimientos. Me siento observada, sin embargo no parece haber nadie despierto en el edificio de enfrente… o al menos ninguna luz delata ese hecho…La sensación se torna más intensa, hasta el punto de dejarme bloqueada. Algo tira de mí y caigo sobre el sillón…. La puerta continúa abierta delante de mí y la cortina azota en el aire. Mis piernas se abren ligeramente, mis brazos están aferrados al reposamanos… Siento una punzada en mi sexo, que empieza a humedecerse sin causa alguna, y una presión en el tórax que me mantiene firmemente pegada al sillón. Otra oleada de fría brisa sacude mi cuerpo. El pánico empieza a adueñarse de mí y mantengo una lucha desesperada pero inútil contra esa fuerza invisible y turbadora que tira sin cesar de mí…. La sensación de miedo y pánico da paso a una mayor excitaciónMis párpados se cierran bajo un peso infinito. Algo roza mi cuello y recorre mi escote, los tirantes de la camiseta se deslizan por mis brazos, y mis pechos toman contacto directo con el aire frío que atraviesa en ráfagas toda la estancia.A veces es tan difícil distinguir la realidad de la ficción. Momentos en los que todo se confunde, en los que las figuras se desvanecen para tomar nuevas formas.Haciendo un gran sobreesfuerzo, consigo abrir los ojos, para mirar con desesperación a mí alrededor, y alimentar aún más mi pánico, al comprobar que las paredes de mi salón, han desaparecido tras una espesa bruma que avanza lentamente, envolviendo mi espacio. Desnuda, atrapada en el sillón, y esa sensación de indefensión absoluta martirizando mi mente….De repente, aparece. Aparece el motivo de mi desvelo, el motivo de mi inquietud. No quiero verlo, desearía apretar los ojos y dejarlo pasar, pero imposible bajar ahora la vista. Mi curiosidad vence mi yo racional, mi temor, mi miedo. Su presencia, cada vez más acusada avanza hacia mí, me llama, me busca. Me tiende una mano y me veo reflejada en sus ojos. Su mirada afilada, lejos de acobardarme, actúa como un potente imán. Se que de aceptar su mano estaré perdida, esa bruma se tornará más espesa, mil escalofríos recorrerán mi cuerpo, mi corazón y mi alma se agitarán hasta límites preocupante y ya no habrá vuelta atrás, abandonaré mi sitio y me dejaré llevar. Y es tan certero, como que ya nunca volverá a presentarse de nuevo, de ignorar su presencia…Escucho su voz como una caricia en mis oídos; tentando, proponiendo, y ese calor que me quema.Con mil prejuicios, con miles de ideas preconcebidas, con miles de motivos para darle la espalda,Y sin quererlo, sin apenas darme cuenta, mi cuerpo tiembla atravesado por miles de escalofríos, su cuerpo me envuelve, el calor me inunda apaciguando mi alma, mientras observo mi mano estrechando firmemente la suya.....

viernes, 12 de marzo de 2010

No sonrías ante un espejo roto.

Escuché que "una imagen vale más que mil palabras"... pero tu voz de ayer en el teléfono valió más que mil imágenes."Estoy triste", me dijiste, haciendo una ejemplar de palabras. Sentí el impulso, claro, de preguntarte: "¿Triste por qué?". Pero me contuve. Y luego ya no supe qué decirte... casi como rindiendo en examen tu lección acerca de la síntesis."¿Triste por qué?". Es que... ¿importa realmente acaso? Alguien nos cuenta que esta triste o con los ánimos en baja, y enseguida todos saltamos a decirle: "No... venga... levántate... no te sientas mal" y esas cosas.Pero la verdad es que TODOS MERECEMOS SENTIRNOS MAL... alguna vez... algunas veces. TODOS TENEMOS EL DERECHO a tener (y disfrutar) nuestro pequeño "duelo" por aquellas cosas que nos hacen mal.Cosas que, no importa el valor intrínseco que tenga... sino más bien el que cada uno de nosotros les da. Podemos estar tristes por un resultado deportivo, por nuestra situación laboral, amorosa, de estudios... por la ida de algún ser querido.Lo cierto es que todos podemos / debemos / necesitamos sentirnos mal alguna vez. La tristeza funciona en nosotros como el pinchazo en el dedo del costurero... o el raspón en las rodillas de los chicos cuando aprenden a andar en bicicleta. No perdemos la sensibilidad, pero aprendemos a afrontarlo cada vez mejor.Todos tenemos el derecho a estar tristes. La tristeza (como si de un Yin-Yan se tratara la vida) nos permite disfrutar de un modo mucho más pleno los momentos de alegría. Y es que nos movemos, ni más ni menos, que en un mundo lleno de pares opuestos... y la alegría es tal sólo en comparación a la tristeza.De modo que... no te levantes de donde estás. No sonrías ante un espejo roto. Y por muchas ganas que tengas, no seques esas lagrimas. Moja tu dedo con ellas y, cuando te sientas capaz, pasa la página.

lunes, 8 de marzo de 2010

¿Cuánto dura un beso?


Es difícil medirlo en segundos. Mucho menos en minutos porque al besar los segundos se vuelven minutos y los minutos horas. Pierdes la conexión con el tiempo y recuerdas que, como decía Einstein, el tiempo es una variable... "relativa".
¿Cuánto tiempo es mucho para un beso? Ninguno.
¿Cuánto tiempo es poco para un beso? Cualquiera.
Un beso puede medirse como el clima: por temperatura, por humedad, por presión... pero no por la hora. En general poco importa a que hora empezó a llover y a que hora terminó, sino cuánto llovió.
Un beso dura solo una noche. Pero también puede durar toda la vida. Los primeros, vienen envasados al vacío. Los segundos, vienen envasados "al lleno" (de recuerdos, emociones, sensaciones, ganas, impulsos, temblores, suspiros, dudas y certezas).Los besos al vacío duran una noche. Dura lo que dura la oscuridad que los cobija, la noche que les sirve de excusa y de morada. Pero nada más. Son besos que se desvanecen por la mañana, y que su sabor acaba por diluirse de los labios... al lavarse los dientes, y antes del desayuno ya no están más.Pero los otros, los que traen montones de recuerdos y sensaciones en su etiqueta, esos no tienen fecha de caducidad. Son besos para toda la vida, aunque no sean inmortales ni eternos (como lo son los diamantes). Porque un beso -cuando pasó- es ante todo un recuerdo, cuyo valor está en las sensaciones que rememora... en la tibieza que vuelve a los labios al evocarlo... en el escalofrío que te recorre la espalda al pensar en lo que -en su momento- fue un temblor en las piernas, en las manos, en el pecho. Y esos recuerdos solo tienen valor para quien los atesora... y mueren junto con él, porque no tendría sentido seguir.
Un beso verdadero dura toda la vida. De los otros...no vale la pena hablar, porque esta explicación dura más que su misma tibieza.


Ojala puedas guardarlo por siempre. Ojala el tiempo demuestre que no estaba envasado al vacío.

sábado, 6 de marzo de 2010

Otro intento sentimental.


El día transcurre en sentimientos a destiempo, como suelo decirle. Alguien que hace casi un año conocí, terminó confesándome su interés o cariño más allá de la amistad. Como él, tengo una colección poco modesta y nada despreciable de pretendientes, pretendientes que no llegan a estimular por completo mis ganas, ni de amor, ni de pasión. Dicen que la soledad es mala consejera y últimamente la mía no para de hablarme de un nuevo intento y así sin mucho pensarlo emparejarme con alguno de los auto postulados. La idea no es desechable, ni irracional del todo, de todas formas yo si me enamoro es con el tiempo, el trato, las vivencias y no con el desconocido para mí flechazo de cupido. Sin embargo, tengo un erotismo que puede hablar más alto que mi razón, que la soledad o que mis amistades, y es que mi sexo no se despierta con cualquiera. Tengo unas hormonas excéntricas que se activan a niveles desconocidos con pocos hombres, muy hombres, incluso a veces, malos hombres, que revuelven mi paz y mi deseo.Es allí donde me detengo, entonces concluyo que lamentablemente mi útero tiene más poder de decisión que mi conciencia. No puedo culparme de querer compartir mi cama con el hombre que me encienda, que me lleve a mi instinto primitivo de querer ser dominada, vencida a orgasmos en mi terreno, de mirarlo desafiante mientras pido más sexo, más fuerza, más placer de su cuerpo explorando el mío, de anhelar, acariciar su cabello empujando ligeramente su cabeza contra mí cuando lame mi entrepierna. Tengo derecho sí, de disfrutar de un buen amante que se deleite con mis acosos sexuales, con el inagotable deseo de mi garganta por su semen, con la calidez de mi vientre húmedo por él y para él. Mi hombre tiene que ser un dios y un demonio cogiéndome, un mago de la improvisación erótica que me hipnotice con sus manos masturbándome y me haga caer abierta, excitada e impúdica de rodillas a su miembro para adorarle y chuparle con devoción, para lamer toda su piel bañándolo en saliva, para definitivamente sentirme más perra que nunca y rogarle que me penetre por el culo inundándolo con su leche como premio a mi ternura.

jueves, 4 de marzo de 2010

¿Vale realmente perder la memoria?


Cuántas veces hemos deseado borrar un día, un instante, un momento, hasta un año de nuestras vidas a borrarlo todo y vaciar nuestra memoria.
Cuántas veces no deseamos volver a ser niños, vivir todo de nuevo,
recuperar lo que se fue o dejar que el tiempo ponga las cosas en su
lugar.
Algunos simplemente no esperan nada del tiempo. Da lo mismo
regresar o avanzar, simplemente renuncian a que el tiempo continúe su paso y se marchan con lágrimas y un largo adiós.
Si deseáramos en algún momento perder completamente la memoria y plegarnos por ejemplo a la frase "
comenzar de nuevo"¿cuántas cosas no perderíamos? serían como aquellas cosas que se extravían accidentalmente en una mudanza y luego se extrañan. Perderíamos el calor del primer beso y la sensación de aquel amanecer que fue perfecto. La nostalgia por amores pasados y
la inocencia con la que nos entregamos a lo desconocido esa primera vez.
Quedarían atrás los amigos que iban a ser eternos, las cartas que nos
hicieron llorar, la primera o última vez que vimos a un gran amor, los brazos
mas cálidos, el día que pensamos que se iba a caer el mundo, el dolor más
hermoso, la sonrisa más esperanzadora, el nacimiento del sentimiento más puro.

¿En realidad comenzamos una vida nueva o matamos otra llena de bellos recuerdos?
Dejamos una vida y un presente que nos da infinitas oportunidades
por soñar con un futuro perfecto que no existe o un pedazo de cielo donde no
sabemos que nos espera...